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APUNTES DE AYER

Comercios de Villa Toro 1900-1940
En
los comienzos de Villa Toro, el comercio se desarrollaba en las escasas
cuadras que tenía el pueblo, las que se encontraban medianamente
demarcadas. En ellas estaban instalados los almacenes de ramos generales,
carnicerías, herrerías, panaderías. Figuras principales
eran, de las que damos cuenta en otras páginas, las quintas de
verduras, los hornos de ladrillos y las granjas dedicadas a la actividad
lechera, afincadas en lo que hoy es el centro mismo de la ciudad. Con
el tiempo, fueron instalándose las farmacias, las tiendas de
ropa, peluquerías, etc. No pretendemos cerrar aquí el
estudio de los comercios, sino señalar los más significativos,
asegurando ampliar esta nómina en cuanto la investigación
lo permita. |
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Plano no en escala,
solo ilustrativo. Se Pretende ubicar históricamente al lector en
una
época que abarcaría desde el 1900 hasta la década
del 40, por lo que muchos datos
son extemporáneos; pero que, dado su riqueza informativa es oportuno
citar de esta
forma. Vaya como ejemplo, las distintas ubicaciones de la Escuela Nro.
11
a lo largo de su historia |
Cuenta la historia que el mismo Don Antonio Toro tuvo el primer almacén
de ramos generales, ubicado en la intersección de la hoy
calle Toro y Avda. de Mayo. Ese mismo comercio fue luego propiedad de
Collazo y de Antonio Moltrasi. Frente a éste, estuvo el almacén
de Pagani. Don Domingo Sciaccaluga también construyó el
suyo. Pero sin dudas el más recordado fue el de Don Higinio Rosa
López, denominado "El Liberal", sito en Avda. de Mayo
esquina San Martín. Fue uno de los primeros del siglo y perduró
luego bajo la dirección de su hijo.
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Una vaca podía entregar de seis a 10 litros por vez y lleno el
balde, era volcada al tarro de aluminio reglamentario para ser enfriada
en piletones de agua. Luego, se los cargaba al carro tirado con caballos
vistosamente pertrechados para ser llevados a la estación del
ferrocarril.
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Arriba:
Publicidad aparecida
en el periódico "Criterio" en el año 1938.
Derecha: Imágen típica de un
almacén de ramos generales
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Foto tomada en
la Fonda de Raspo circa 1947 |
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En un almacén de ramos generales, como dice Ambiela, se vendía
toda clase de mercaderías y sus artículos eran tan variados
que el cliente encontraba todo lo que necesitaba. Tenía un mostrador
de punta a punta y detrás, una estantería que abarcaba
toda la pared y llegaba al techo. Enfrente y colgados sobre la otra
pared, se exhibían toda clase de artículos de marroquinería,
herramientas, repuestos, aperos, botas, botines, sogas, cadenas, roldanas,
rejas, lámparas de Kerosene, etc. En vidrieras se guardaban los
fiambres, quesos y dulces. En cajoneras, toda clase de fideos. El vino
era recibido en bordalesas y se expendía suelto.
En la otra punta del local, se encontraba el despacho de bebidas con
el mostrador cubierto con una chapa de cinc (o estaño). Los clientes
tomaban vino en vasos chicos o grandes, aunque la mayoría se
inclinaba por el de medio litro.
Si bien las ventas eran al contado, era común el crédito
mensual con la "libreta". Estos almacenes solo cerraban por
un acontecimiento de suma importancia para el pueblo o por duelo y se
acostumbraba que los empleados durmieran en el mismo negocio.
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Frente del Bar Fortuna.
· Foto tomada a fines de la década del 40
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El bar por excelencia que la memoria rápidamente trae era el
"Fortuna", ubicado en la esquina de la hoy Avda. de Mayo y
calle Rivadavia. La fonda de Raspo, en la esquina de Avda. de Mayo y
San Martín, marcó toda una época, ofreciendo comida
y hospedaje. En su interior tenía un frontón para practicar
pelota a paleta.
En el rubro carnicerías hubo varios pioneros y podemos
citar a Marcelo Mercado frente a la plaza y a Plácido Gómez
en la esquina de Avda. de Mayo y San Martín. Hay un dato histórico
fundamental y de especial interés para la época, ya que
además de expender la carne, eran obligadamente matarifes por
no contar con una adecuada cadena de frío. El ganado era traído
en pie al lugar donde luego lo despostaban inmediatamente para vender.
Las
herrerías y carpinterías eran centros fundamentales
para la atención de los carros de caballos, máquinas agrícolas
y enseres hogareños. Don Pablo O'Neill y la Herrería de
Arístides Mauro fueron las más recordadas.
Las
primeras peluquerías fueron las de Luis Acquavella, Juan
Alvarez y Tapia. Carlos Alpiggiani y Don Carpinella fueron los primeros
sastres.
Los
hornos de ladrillos también eran fundamentales para dotar
de materiales a la naciente villa. Era toda una especialidad y los dueños
eran denominados "horneros", mientras que los peones eran
llamados "ladrilleros". En el proceso de fabricación
del ladrillo entraba una importante cantidad de estiércol que
se utilizaba como materia ligante, mezclándose con la tierra
y agua en el pisadero. Como dato curioso, los rematadores de lotes solían
entregar hasta 10.000 ladrillos para los compradores como un aliciente
más para la construcción inmediata de propiedades. Son
recordados en nuestro pueblo, los hornos de Podestá, Vallier
y Pacheco. El albañil señero fue Don Conti, autor de muchas
casas derquinas.
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Arriba:
Firma del albañil Conti
Izq.: Firma de Ramón Vallier
Abajo: Firma de Moltrasi
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Fuentes:
www.genealogiadelujan.com.ar
www.soydetoay.com.ar |
Información
relacionada:
Habilitaciones comerciales
y otras - años 1948 a 1958
La ferretería de
Vila
Una tarde en el horno de
ladrillos - año 1920
Primeros Comercios
Personalidad de Antonio
Toro
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